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Pedro III (el Grande)

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Rey de Aragón (Valencia, 1239 - Villafranca del Panadés, Cataluña, 1285). Era hijo de Jaime I, a quien sucedió en 1276 como soberano de Aragón, de Cataluña y de Valencia, pero no de Mallorca, pues las Baleares -junto con el Rosellón, la Cerdaña y el Señorío de Montpellier- pasaron a su hermano Jaime. Completada la Reconquista aragonesa durante el reinado de Jaime I (con ayuda de Pedro, que participó siendo infante en la conquista de Valencia y Murcia), a Aragón no le quedaba ya frontera con los musulmanes; Pedro III encaminó entonces las energías del reino hacia la expansión mediterránea. En 1262 se había casado con la hija del rey de Sicilia, Manfredo Hohenstaufen, que sería derrocado poco después por los Anjou; cuando los sicilianos se rebelaron contra la dominación angevina (Vísperas Sicilianas, 1282), ofrecieron la corona a Pedro III, que se apresuró a aceptarla. Previamente, se había asegurado mediante una paciente labor diplomática la alianza de Castilla y del Imperio Bizantino. Desembarcó en Sicilia con la flota que tenía preparada para una expedición a Túnez, derrotó a los Anjou y fue coronado rey en Palermo (además de apoderarse de las islas de Malta y Djerba). Esta acción le enemistó con Francia y con el papa, que dictó la excomunión de Pedro y atribuyó sus reinos a los Valois (1284). Carlos de Valois, aliado con Jaime II de Mallorca, invadió Cataluña para hacerse con los reinos de Pedro, y llegó a sitiar Gerona; pero la resistencia de las ciudades y la superioridad naval permitieron rechazar la invasión (1285).

La anexión de Sicilia también le acarreó a Pedro III problemas internos, pues la nobleza de sus reinos mostró su descontento por aquella arriesgada operación sobre la cual no había sido consultada y que, sin embargo, le iba a suponer mayores cargas fiscales. Pedro temió que los nobles se rebelaran contra él y se pusieran de parte de los Valois (ya en los inicios de su reinado se había visto obligado a reprimir una revuelta de la nobleza catalana, en 1277-80). Para evitarlo concedió a los nobles aragoneses (agrupados en la Unión Aragonesa) el Privilegio de la Unión, por el cual se comprometía a respetar los fueros y a reunir Cortes anualmente; un acuerdo similar le comprometió a reunir también cada año las Cortes catalanas (1284). Al morir, por tanto, dejaba fortalecido el sistema constitucional representado por las Cortes en los reinos catalanoaragoneses. Había intentado restituir Sicilia al Papado para que se le levantara la excomunión; pero, al no conseguirlo, dejo la isla para su segundo hijo Jaime (el futuro Jaime II de Aragón), mientras que Aragón, Cataluña y Valencia pasaban a Alfonso III. Pedro III fue admirado como modelo del caballero medieval, enaltecido en los escritos de Dante, Boccaccio y Shakespeare.