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Gobierno Provisional

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A mediados de los años 1860, el descontento contra el régimen monárquico de Isabel II en los ambientes populares, políticos y militares era patente. El moderantismo español, en el poder desde 1845se encontraba en una fuerte crisis interna, y no había sabido resolver los problemas del país. La crisis económica era acuciante y por doquier proliferaban los pronunciamientos, como el que en 1866 lideró Juan Prim, y como la revuelta de los sargentos en San Gil; y en el exilio, liberales y republicanos llegaban a acuerdos en Ostende (1866) y en Bruselas (1867) para promover aún mayores desórdenes que condujeran a un drástico cambio de gobierno, no ya para sustituir al presidente Narváez, sino con el objetivo último de derrocar a la misma Isabel II y expulsarla del trono español. La Reina se había convertido en el foco de las críticas sobre los principales problemas del país.

La continua vacilación de ésta en sus preferencias entre los partidos liberal y conservador no dejaba contento a nadie, provocando el efecto contrario de unir a moderados, progresistas y miembros de la Unión Liberal en un frente común contra el régimen monárquico imperante. A la muerte de O'Donnell en 1867 se produjo una importante migración de simpatizantes de la Unión Liberal a las posiciones del frente que propugnaba el derrocamiento de Isabel y el establecimiento de un gobierno más eficaz para España. 

La reina Isabel II de España en su exilio de París. Para septiembre de 1868, la suerte de la corona ya estaba echada. Las fuerzas navales con base en Cádiz, al mando de Juan Bautista Topete, se amotinaron contra el gobierno de Isabel II. El pronunciamiento ocurría en el mismo lugar donde se levantara en armas contra su padre el general Riego cincuenta años antes.

Se adviertía entonces la existencia de muchas fuerzas en juego: mientras los militares se manifestaban monárquicos y sólo pretendían sustituir la Constitución y el monarca, las Juntas, más radicales, mostraban su intención de conseguir una verdadera revolución burguesa, basada en el principio de la soberanía nacional. Conviene señalar también la participación de grupos campesinos andaluces, que aspiraban a la Revolución Social.

El presidente Ramón María Narváez abandona a la reina, al igual que su ministro en jefe Luis González Bravo. Narváez moriría aquel mismo año, ahondando la crisis en los sectores moderados. Los generales Prim y Serrano denunciaron al gobierno, y gran parte del ejército desertó, pasándose al bando de los generales revolucionarios a su regreso a España.

El movimiento iniciado en Andalucía pronto se extendió a otros lugares del país, sin que las tropas del gobierno hicieran frente seriamente a las de los pronunciados. El apoyo de Barcelona y de toda la zona mediterránea fue definitivo para el triunfo de la revolución. A pesar de la demostración de fuerza de la Reina en la Batalla de Alcolea, los lealistas de Pavía fueron derrotados por el general Serrano. Isabel se vio entonces abocada al exilio y cruzó la frontera de Francia, de la que nunca regresaría.

A partir de este momento y durante seis años (1868-1874) se intentará crear en España un sistema de gobierno democrático, conocido como Sexenio Democrático, hasta que el fracaso final lleve de nuevo al poder a los moderados.

Militares y firmantes del Pacto de Ostende formaron un gobierno provisional. Rápidamente se encargó de disolver la Milicia Nacional y las Juntas revolucionarias. En su composición, Serrano (unionista), asumió la presidencia del gobierno, Prim (progresista), el ministerio de guerra. Quedaron fuera los demócratas.

La convocatoria a Cortes Constituyentes se hizo, por primera vez, mediante elecciones por sufragio universal masculino (mayores de 25 años). Votó el 70 %. del censo. La composición política del Parlamento quedó de la siguiente manera: progresistas (159); demócratas (20); unionistas (69); republicanos federales (69); republicanos unitarios (2); carlistas (18); isabelinos o liberales moderados (14) que elaborarían la Constitución española de 1869.

La novedad más importante es la aparición en la vida parlamentaria del republicanismo. La ideología republicana deriva del liberalismo demócrata, es decir, su raíz filosófica es liberal. Defiende unas ideas liberales avanzadas y se diferencian de los otros grupos liberales en el modelo de Estado. Las ideas republicanas de raíz liberal son el sufragio universal, la necesidad de reformas sociales y económicas profundas en beneficio de las clases populares. Además los poderes públicos han de asumir el carácter de Estado protector de las clases sociales desfavorecidas.

En las relaciones con la Iglesia los republicanos defienden un Estado laico, aconfesional, en el que Iglesia y Estado se separan. Con frecuencia la aconfesionalidad aparece acompañada de anticlericalismo porque los republicanos acusan a la Iglesia de ser un obstáculo para la libertad, la modernización y el progreso de la sociedad española.

A partir de un modelo de organización política basado en la república, existen dos tendencias. Por una parte, los unitarios, cuyo concepto de España es una administración unitaria o centralista. Liderados por Castelar, son algo más conservadores en las ideas políticas y sociales. Y por otra, los federales conciben España como una federación pactista de Estados regionales históricos. A su vez, se dividen en benévolos e intransigentes. Los benévolos, seguidores de Pi y Margall, aceptan la legalidad y se oponen a la insurrección armada. Los intransigentes son partidarios de la violencia y la insurrección para conseguir el Estado Federal. Su líder fue José María de Orense.

Las bases sociales republicanas se encuentran en la pequeña burguesía, las clases populares urbanas (artesanos, asalariados) y parte del movimiento obrero y campesino antes de que fuera atraído por las ideas y organizaciones anarquistas y socialistas.

El triunfo en las elecciones de los partidos que defendían la monarquía como forma de gobierno, tal como se recogió en la Constitución de 1869, obligó al nuevo gobierno a encontrar un nuevo rey para España. Mientras tanto, aplicando la constitución, Serrano asumirá la Regencia.

Hubo diversos y variados candidatos como el portugués Fernando de Coburgo, que rechazó el ofrecimiento; el duque de Montpensier, casado con la hermana de Isabel II e hijo del rey francés Luis Felipe de Orleans, cuya candidatura no prosperó al matar en un duelo al infante Enrique de Borbón, hermano del esposo de Isabel II. El alemán Leopoldo de Hohenzollern Sigmaringen (al que los españoles llamaban: Óle, óle si me eligen), contaba con el valioso apoyo del canciller Bismarck. Sin embargo, Napoleón III lo vetó temiendo que Francia quedará entre dos monarquías Hohenzollern. Este enfrentamiento franco-alemán desató la guerra entre Francia y Prusia de 1870.

El futuro Alfonso XII no fue aceptado por Prim debido al nefasto recuerdo del reinado del último Borbón, su madre Isabel II. El elegido, a instancias de Prim, fue Amadeo I de Saboya, hijo del rey italiano Víctor Manuel II. Tenía a su favor ser hijo del artífice de la unificación italiana basada en una monarquía constitucional. Fue aceptado por las Cortes el 30 de noviembre de 1870 y proclamado rey el 2 de enero de 1871 después de jurar ante el Parlamento. 



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 * ESPAÑA *  1870 alrededor de una matrona de pie con el  brazo derecho extendido y portando una rama en la mano izquierda.

Reverso

LEY 900 MILESIMAS.31 PIEZAS EN KILOG. SD 100 PESETAS M alrededor de un escudo coronado de España ovalado sin escusón, con manto y toisón de oro.